
En la cata de vinos consideramos aroma a las sensaciones positivas, mientras que para referirnos a las sensaciones negativas o impropias utilizamos la expresión olor.
En una primera fase y a través de la nariz, se perciben los aromas primarios del vino en su superficie. La inspiración se realiza con el vino inmóvil o después de haberlo agitado levemente haciendo girar la copa.
En una segunda fase y al agitarlo de manera más contundente, el desprendimiento de aromas es mayor, igual que su intensidad. Se reconocen así nuevos aromas llamados secundarios y que proceden del proceso de fermentación.
Tomillo, pino, pimiento verde...

Los aromas terciarios se desarrollan durante el envejecimiento del vino y se deben a las nuevas sustancias que se sintetizan o transforman durante el proceso. Se conoce normalmente con el nombre de BOUQUET y pueden distinguirse dos tipos:
De oxidación, generados por contacto con el roble durante la crianza en barrica y de reducción en vinos envejecidos sin contacto con el aire durante su crianza en botella. Algunos aromas terciarios pueden ser: regaliz, vainilla, cedro, cuero, ciruela pasa, champiñón, trufa, pan tostado, almendras y avellanas tostadas, almizcle, chocolate amargo, ahumado, café, caramelo...
En la cata de vinos consideramos aroma a las sensaciones positivas, mientras que para referirnos a las sensaciones negativas o impropias utilizamos la expresión olor.